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Mahmoud Darwish: Un mapa de ausencias

Darwish nació el 13 de marzo de 1941 en la aldea de Birwa, al oeste de Galilea, y murió en Estados Unidos, el 9 de agosto de 2008. A los 7 años se ve obligado a salir de su tierra luego de la concreción del Estado de Israel, en 1948. 

Ojalá escribir una biografía fuera tan sencillo. Juntar palabras, ponerlas en orden, darle cierto sentido, temiendo que no sea caprichoso, y esperar que coincida, lo más posible, con las experiencias que conforman eso que, por pura comodidad, llamamos vida.

No es tan sencillo. El oficio de juntar palabras y esperar que repercutan en la cotidianidad, en la realidad palpable, no es para cualquiera. Se necesita valentía y un cierto toque de locura quijotesca. El poeta palestino Mahmoud Darwish lo supo siempre. 

Para quienes están familiarizados con la cultura palestina ese nombre, esas sílabas que componen ese nombre, lo dice todo: son la puerta de entrada para conocer a uno de los poetas más importantes de la literatura árabe de la actualidad.

Un escritor que dedicó su vida a combatir con versos lo que miles y miles de personas combaten con su vida: la resistencia del pueblo palestino.

Para nuestra patria
Pobre cual ala de perdiz,
Libros sagrados… y una herida en la identidad”

(Para nuestra patria)

Escribió en uno de sus últimos poemas. Fue justamente esa herida en su identidad, en la identidad de todos los palestinos, la que estuvo siempre presente en su obra, sin adornos ni excusas: la pérdida de la patria y la angustia por el exilio. Una escisión de donde han brotado pérdidas, lágrimas, sangre y poesía.

Un día me sentaré en la acera, la acera del extranjero.
Yo no era un narciso, aunque defendía mi imagen
en los espejos. ¿Has estado alguna vez allí, extranjero?”

(Un día me sentaré en la acera)

Se cuestiona el poeta mientras afianza su extranjería en el mundo, no solo como metáfora, sino como algo más tangible. Porque acá es donde su obra encuentra la inflexión. No tener patria funciona como un verso, como el reflejo de algo más profundo, más metafísico que un Estado-Nación; pero en los poetas palestinos no es solo eso. También es identidad; es abrazarse a una historia que no acepta negativas y tampoco da treguas.

“Todos los otoños han pasado, nuestra Historia ha pasado por la acera…
y no me he dado cuenta.”

(Un día me sentaré en la acera)

Breve biografía

Darwish nació el 13 de marzo de 1941 en la aldea de Birwa, al oeste de Galilea, y murió en Houston, Estados Unidos, el 9 de agosto de 2008. De extracto social campesino, con tan solo siete años, su familia, al igual que otras miles, se ve obligada a salir de su tierra luego de la concreción del Estado de Israel, en 1948. 

Se quedan un año en Líbano y luego vuelven, pero ya no a Birwa, que estaba completamente destruido, sino a Dair Al Asad; pero en clandestinidad, ya que durante su estancia en Líbano los israelíes levantaron censos, y todo el que no apareciera ahí no tenía derecho de vivir en esas tierras.

Ilegal en su propia tierra, encuentra asilo en los libros y una patria nueva en las letras. En 1960, con casi 20 años, publica Pájaros sin alas, su primer poemario. Con variaciones importantes en sus influencias y sus estilos, el poeta busca su voz durante toda esa década, hasta que llega Mi amada se despierta, en 1970, donde sitúa elementos históricos de su tierra, y pone como figura central a Jesucristo y su crucifixión.

Su obra no pasa desapercibida para nadie. Las autoridades israelíes lo someten a varios arrestos domiciliarios y encarcelamientos. Luego vendría el exilio. Egipto, Beirut, París y Túnez.

Darwish convirtió a Palestina en la fuente inagotable de su obra; en la metáfora a través de la que miraba el caos para convertirlo en poesía.

Exploró formas distintas a la poesía. La prosa, el ensayo y el trabajo periodístico también forman parte de su obra.

Ojalá escribir la biografía de un poeta o de un pueblo fuera tan sencillo. Mahmud Darwish lo intentó toda su vida.

Su obra traspasó fronteras, mentales y físicas. Darwish y su obra se convirtieron en un símbolo de resistencia doble, la de los palestinos y la de la poesía. Ambas comparten la misma lucha: la del derecho inapelable de existir, a pesar de las ausencias.

Para nuestra patria,
Próxima a la palabra divina,
Un techo de nubes.
Para nuestra patria,
Lejana de las cualidades del nombre,
Un mapa de ausencia.”

(Para nuestra patria)
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