Edward Wadie Said nació en Jerusalén el 1 de noviembre de 1935, en el seno de una familia acomodada. Su educación básica la transitó en un colegio de élite de El Cairo. Su familia se mudó a Estados Unidos y ahí finalizó sus estudios universitarios en dos de las instituciones educativas más prestigiosas del mundo: Princeton y en Harvard.
El trabajo de su vida estuvo marcado por dos áreas, que en él se complementan hasta casi convertirse en una misma: la política y la literatura. Su capacidad crítica, agudeza y compromiso político transformaron la visión de la dualidad Oriente/Occidente. Su pensamiento desafió las nociones establecidas sobre la representación cultural y la hegemonía occidental.
Las contradicciones de su vida
Said era ciudadano americano y palestino. Era migrante, pero fue formado con la educación más élite del mundo. Amaba New York, su lugar de residencia; pero esa ciudad era la cuna del sionismo estadounidense.
Este bagaje único le permitió desarrollar una sensibilidad especial hacia las relaciones entre el poder, el conocimiento y la representación, temas centrales que se reflejaron en su prolífica obra. En ese contexto, lleno de muchas contradicciones, vivió de primera mano la complejidad que entraña la identidad. Qué es ser palestino, qué es ser migrante, qué significa esa mezcla de contextos políticos, sociales y culturales.
Sus obras más significativas son Orientalismo y Cultura e imperialismo, en las que destaca la influencia de los imperios culturales sobre la visión cargada de prejuicios con los que casi todo occidente entiende a los pueblos árabes y palestinos.
En medio de todo eso, se yergue el tema del poder. Por eso una de sus principales preocupaciones fue siempre la política. En su biografía destacan los catorce años que fue parte del Consejo Nacional Palestino, el órgano legislativo de la Organización para la
Liberación de Palestina.
Esa preeminencia por la causa palestina fue su marca distintiva a lo largo de toda su vida y obra, por eso logró desempeñar un papel crucial en la configuración del discurso político en el conflicto de Oriente Medio.
Transitar dos mundos
Tras una larga lucha contra la leucemia, Edward Wadie Said falleció el 25 de septiembre de 2003, en Nueva York.
Ese mismo año, Said recibió el premio Príncipe de Asturias. En su discurso de recuerda: “como palestino nacido en Jerusalén, mi historia nacional y la sociedad de mis antepasados, estalló en pedazos en 1948 cuando se creó el Estado de Israel. Desde entonces y la mayor parte de mi vida he participado en la lucha no solo para llevar la justicia y la restitución a mi pueblo sino también para mantener viva la esperanza de la autodeterminación”.
Said fue un hombre que supo transitar por dos mundos, Oriente y Occidente, sin culpas ni sentimiento de superioridad. Su valentía para cuestionar los discursos dominantes y su incansable defensa por el pueblo palestino hace que su legado, hasta el día de hoy, siga siendo una luz para todos los que buscan derribar esas barreras que nos obligan a separarnos.