En los últimos años el conflicto entre Israel y Palestina ha ido de mal en peor, aquella guerra parece no cesar. Más de 250 mil personas tuvieron que recoger sus pocas cosas y desplazarse nuevamente, tras la orden de evacuación que dictó Israel. El caos parece tomar fuerza y los más afectados, los civiles niños, mujeres y ancianos, intentan sobrevivir en medio de la guerra.
La ciudad está envuelta en pánico, ante esta invasión a gran escala de los grupos israelíes, no hay lugar seguro, luego de que tomaron el control y reprimieron a las personas. Viven en un infierno, enfrentan una crisis sin precedentes.
Un sistema de salud colapsado, debido al aumento en el número de desplazados y la intensificación de las hostilidades, el daño de las infraestructuras por los bombardeos y la escasez de suministros médicos para mantener los servicios básicos ha llevado a los hospitales a suspender operaciones electivas y reducir servicios esenciales para manejar el creciente número de pacientes.
Se pueden ver en las calles el desplazamiento de las personas en situaciones deplorables, niños con desnutrición, enfermos y heridos.
Esta crisis humanitaria que se ha manifestado ante nuestros ojos, debido a la escasez de combustible y otros suministros, los trabajadores humanitarios han pasado problemas para ayudar a una población desesperada luego de siete meses de guerra.
Por su parte las operaciones financieras han caído en Gaza, los negocios locales y la economía en general se encuentran a la deriva. Ya nadie quiere realizar inversiones en dicho país, y los bancos se encuentran en crisis de liquidez, el panorama muestra el colapso inevitable de la actividad económica.
Ahora bien, aparte del caos, también se están viviendo represiones y censura en redes, los periodistas o cualquier persona que desee transmitir lo que ocurre en Palestina, se ven en un punto muerto, al ser censurados, pues las autoridades israelíes han incrementado el monitoreo en las redes sociales, las críticas y los comentarios sobre la situación en Gaza no se permite, esto desencadena dos vertientes, los ciudadanos no pueden expresar lo que están viviendo y la ayuda internacional no puede conocer la realidad por falta de información o por desinformación.
Sin embargo la censura no es lo único que está pasando, si las personas salen a protestar reciben represalias o incluso son arrestados, no tienen permitido salir a las calles a expresar el descontento y la angustia que viven, en especial no pueden tener una postura en contra de las políticas de evacuación o las condiciones inhumanas pues reciben reprimendas si lo hacen.
Lo que sucede entre Israel y Palestina ya no es sostenible y es imposible fingir que nada está sucediendo o que está bajo control, pues es imperante que la comunidad internacional se desafíe a poner sobre la mesa soluciones efectivas que respondan ante este conflicto que afecta a miles de personas civiles, que ha sumido al país en la crisis humanitaria y que ha cobrado la vida de muchos. Es necesario y urgente una presión internacional que cese al fuego.