A pocos kilómetros…

A pocos kilómetros, en el Gólgota elevado,
un hombre se ofrece, su cuerpo destrozado,
cargó con el peso de un mundo dolido,
y en su sacrificio, por todos ha sufrido.

«Padre, perdona», susurra en la agonía,
la cruz lo quema, pero da luz al día,
su sangre derramada, redención para el alma,
un amor inmenso, en plena calma.

A pocos kilómetros, en Gaza se grita,
cuerpos caídos, sueños desmoronados,
el viento lleva el eco de cada herida,
la tierra llora bajo el peso de una guerra,
donde los corazones se ahogan en tierra.

Niños que tiemblan, mujeres que esperan,
el miedo les quema, pero todos rezan,
las bombas caen, el suelo se quiebra,
y en cada rincón, la esperanza se quiebra.

A pocos kilómetros, los ecos resuenan,
el cielo es testigo de noches sin estrellas,
y aunque los siglos se pongan entre ellos,
la humanidad sigue buscando consuelo en su duelo.

La cruz, símbolo de amor y perdón,
el llanto de Gaza, clamor de nación,
una “Pasión de Cristo” que no finaliza y
que sigue viva a pocos kilómetros.

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